Simbología
El Escudo
 


El Escudo de Aragón
Texto e imagen:
Las Cortes de Aragón (Señas de identidad de Aragón El Escudo)

La Heráldica estudia los blasones y escudos y como cualquier rama del saber tiene su propio lenguaje, por eso, antes de hablar del Escudo de Aragón, debemos familiarizarnos con unas pocas palabras.
Para referirse al color rojo vivo, en Heráldica, se emplea la palabra gules y el azul oscuro se denomina azur. El blanco y el amarillo o dorado se conocen como plata y oro respectivamente porque se les considera metales y no colores. A cualquier franja vertical se le denomina palo y si es horizontal faja. Como puedes comprobar estas primeras nociones no son difíciles de recordar y a ellas iremos haciendo alusión a lo largo de las siguientes líneas. Hay un vocabulario heráldico mucho más amplio pero de momento no nos interesa para conocer el Escudo de Aragón.
El escudo de Aragón, redondeado en su base, presenta cuatro cuarteles que es como se llama a cualquiera de las subdivisiones de un escudo. Consta de cuatro motivos distintos que reciben el nombre de emblemas. Por encima una corona recuerda que Aragón tuvo categoría de reino desde 1035 y hasta principios del siglo XVIII.

Detengámonos un momento en la descripción de ésta última: es una corona real abierta de ocho florones, de los que son visibles cuatro, con perlas, ocho flores de lis de las que se ven cinco. El aro de la corona se adorna con tres rubíes y cuatro esmeraldas. Este tipo de corona se inspiró en modelos góticos del siglo XIII, tal y como puede verse en las representaciones reales de la época.
Os invitamos ahora a conocer, uno a uno, los cuatro cuarteles que componen el Escudo de Aragón.

Se trata de una de cruz que presenta una forma especial. Fíjate con atención y comprobarás que los cuatro extremos de la cruz se ensanchan progresivamente en sus extremos. Este tipo de cruz es conocido como patada. Además la parte inferior del brazo vertical termina con un pequeño y aguzado pico. Es de color blanco (plata) y se destaca sobre el azul oscuro (azur) de ese cuartel.. La cruz se dispone en el lateral izquierdo, en alto.
Las viejas crónicas donde se relatan los hechos históricos por orden cronológico cuentan que en el transcurso de una batalla contra los musulmanes en la que intervenía Íñigo Arista se apareció una cruz de plata en el cielo. Esta leyenda arraigó y pasó a simbolizar el espíritu de resistencia en los núcleos montañeses frente a la ocupación islámica.
Pero ¿quién era Íñigo Arista? Este personaje se mueve en las aguas turbulentas que hay entre la historia y la leyenda. Se le considera el primer rey de Pamplona (la denominación de Navarra aún no existía). Su existencia, a mediados del siglo IX, está comprobada pero muchos de los documentos que se refieren a él están manipulados lo cual impide conocer su auténtica realidad histórica. Sus circunstancias personales le permitieron mantenerse en el gobierno pamplonés ya que tenía fuertes lazos familiares con la notable dinastía musulmana, los Banu Qasi, que gobernaba entonces el Valle Medio del Ebro cuyo centro principal era la ciudad de Zaragoza. Por esta razón los pamploneses se vieron libres de las incursiones islámicas, hecho que permitió mantenerse en el poder a Íñigo Arista y sus descendientes hasta principios del siglo X.

La explicación de que este emblema aparezca en el Escudo de Aragón es en recuerdo de la estrecha vinculación que tuvieron con el reino pamplonés las tierras que constituían el entonces Condado de Aragón, entidad documentada con ese nombre desde el primer tercio del siglo IX, y que abarcaba el entorno de los ríos Aragón y Aragón Subordán principalmente (tierras del Somport y Hecho, más tarde las de Ansó y la Canal de Berdún).
A principios del siglo XI las tierras del Condado de Aragón eran regidas por Sancho Garcés III de Pamplona, también llamado Sancho el Mayor.
En 1035, a la muerte de este monarca y por las disposiciones de su testamento, Aragón se separó de Pamplona. Esta fecha supone el nacimiento oficial del reino de Aragón cuyo primer rey fue Ramiro I.
Hoy en día se tiende a llamar a este emblema simplemente como “Cruz de Arista” o “Aragón antiguo”.


La superficie de este cuartel (campo) es de color blanco (plata) y una cruz roja (gules) lo subdivide en cuatro espacios. En cada uno de ellos se representa una cabeza cuyos rasgos físicos son de una persona de raza negra. Las cuatro cabezas de “moro”, como se les llama popularmente, ostentan unas diademas blancas cuyas ínfulas o cabos finales caen como serpentinas por detrás de las cabezas. En castellano la palabra “moro” ha servido para designar a las personas del norte de Africa donde estaba la antigua Mauritania, hoy en día Marruecos y Argelia, pero también se ha aplicado tradicionalmente para aludir a quienes profesan la fe musulmana.
Este motivo o emblema hace alusión a la conquista de Huesca en 1096, por el rey Pedro I, tras la batalla de Alcoraz. Se trató de una destacada victoria porque esta ciudad, la más importante de un amplio distrito musulmán que se extendía en su entorno, y bien protegida por sus notables murallas, fue la primera gran población que los aragoneses del Pirineo conseguían arrebatar de forma definitiva al Islam en las tierras que actualmente conforman la Comunidad Autónoma. Una notable victoria la conseguida en Alcoraz, llanada cercana a la ciudad, que permitió a los reyes de Aragón salir de las tierras pirenaicas y expansionar sus dominios por las tierras del Somontano aragonés, paso previo a la anexión, poco después, de las fértiles huertas del Valle del Ebro y sus ricas ciudades.

La «Crónica de San Juan de la Peña», escrita en el siglo XIV, y más concretamente hacia 1370, recoge la tradición de dicha conquista adornada de gran número de detalles que pertenecen al mundo de la tradición y la leyenda. En ella se alude a la presencia de San Jorge, el santo mártir de Capadocia, un valiente oficial romano que, según la tradición, fue sometido a innumerables tormentos por declararse cristiano. La fecha de su muerte se sitúa en el día 23 de abril, en el transcurso de la persecución decretada por el emperador Diocleciano del año 303.

Su devoción fue notable desde tiempos muy tempranos, sobre todo en Oriente. En Europa Occidental su culto arraigó algo más tarde y de manera muy especial tras las Cruzadas que desde 1096 llevaron a numerosos europeos hasta Bizancio y Tierra Santa. Desde el siglo XII la figura de San Jorge quedó vinculada como protector de los caballeros y ejércitos cristianos. En aquellos tiempos medievales tuvo mucha difusión un relato en el que se explicaba la ayuda e intervención de San Jorge en una batalla que se desarrollaba en la conquista de la ciudad de Antioquía, en Próximo Oriente, en la que un caballero alemán fue descabalgado mientras combatía, pero San Jorge, que ayudaba a la victoria de los cruzados, lo recogió y lo subió a la grupa de su propio caballo. De forma prodigiosa dicho caballero alemán se encontró luchando en Alcoraz, ayudando a las tropas del rey Pedro I de Aragón.
El gran historiador Jerónimo Zurita redactó en sus famosos Anales de Aragón las siguientes palabras al tratar del rey Pedro I (1094 - 1104):
Escriben los autores modernos que entonces tomó el rey por sus armas y devisas la cruz de Sant Jorge en campo de plata y en los cuadros del escudo cuatro cabezas rojas por cuatro reyes y principales caudillos que en esta batalla murieron; y estas armas quedaron de allí adelante a los reyes de Aragón”.
Por otra parte en la «Primera Crónica General» del rey Alfonso X de Castilla se anotó, sin embargo, que este motivo era propio del sucesor de Pedro I, Alfonso I de Aragón (1104 - 1134):
“Este rey don Alfonso de Aragón el Batallero traía las armas del campo blanco y la cruz bermeja, y en los cuatro cuarteles del campo traía cuatro cabezas de moros negros y hacía esto por cuatro reyes moros que venciera y matara en un día en una batalla” y es que el futuro Batallador se destacó de forma sobresaliente en el choque armado de Alcoraz que permitió a su hermano, el rey Pedro I, adueñarse de la Huesca islámica.
Para algunos investigadores hay indicios de suficiente consistencia para poder mantener la hipótesis que este emblema pudo servir como escudo privativo del reino de Aragón.
En la Edad Media muchos reinos y ciudades se pusieron bajo su protección y también fue el patrón del viejo reino de Aragón.
En la actualidad suele denominarse este motivo como “Alcoraz” o “Aragón moderno”.

En realidad el nombre apropiado de este motivo es el de “señal real de Aragón”, que equivaldría en la actualidad a decir que era el apellido de la dinastía reinante en Aragón. Los escudos en la Edad Media representaban a una determinada persona o linaje, en este caso a la familia real de Aragón.
En Heráldica este emblema se definiría como un cuartel de oro con cuatro palos de gules.
El uso de las barras, nombre popular con que se conoce este motivo, se extendió a todos aquellos lugares donde gobernó el monarca de Aragón que, por cierto, fueron muchos: las tierras que hoy en día forman Cataluña, Valencia, Mallorca, Sicilia, Cerdeña, Córcega, Provenza, Rosellón y Cerdaña, la ciudad francesa de Montpellier, algunas zonas de la actual Grecia, como los antiguos ducados de Atenas y Neopatria, y Nápoles, el último territorio que se incorporó a la Corona de Aragón. Todas estas posesiones estuvieron en un momento u otro de la Edad Media bajo la soberanía del rey de Aragón.
Con menor frecuencia estas barras también han sido llamadas “palos” o “bastones”. Si utilizamos con propiedad el vocabulario heráldico, lo correcto sería emplear el primero de estos dos últimos nombres porque la palabra «barra» se refiere a una banda diagonal que va desde el ángulo superior derecho hasta el inferior izquierdo siempre desde el punto de vista de quien contempla el escudo. De todas formas el arraigo de la expresión barras ha sido tan profundo que se mantiene en la actualidad.
La referencia más antigua a este motivo nos lleva hasta el reinado de Alfonso II (1162 - 1196), cuando tal y como relata la «Crónica de San Juan de la Peña» este monarca “mudó las armas e seynnales de Aragón e prendió bastones”. tras la ayuda que este soberano prestó al rey de Castilla y León en una de sus campañas militares, asistencia a la que en aquellos momentos estaba obligado el de Aragón. Si Alfonso II cambió su escudo y bandera es que anteriormente empleaba otros, aunque se desconoce cuáles eran exactamente.
Sin embargo la leyenda se adueñó del origen de este motivo y lo vinculó a una muy difundida tradición que lo relacionaba con la casa condal de Barcelona, totalmente descartada en la actualidad por la crítica histórica.
¿De dónde proceden estas barras o palos?. Lamentablemente esta pregunta no tiene una respuesta segura. La hipótesis más aceptada y posible se basa en la temprana vinculación del reino de Aragón con la Santa Sede, en concreto desde el reinado de Sancho Ramírez (1064 - 1094) quien en 1068 viajó hasta Roma donde se comprometió a hacerse vasallo de Santa Pedro, hecho que finalmente se llevó a cabo de manera oficial en 1089. El rey de Aragón fue el único soberano cristiano de la Península Ibérica que tenía a fines del siglo XI esa peculiar situación. El rey y el reino de Aragón quedaron así bajo la protección especial de la Santa Sede.
De los documentos que se expedían por el papado colgaba unas cintas de seda roja con hilos de oro que servía para sujetar el sello del pontífice y el rey de Aragón debió adoptar estos colores papales como propios en recuerdo de su especial vinculación con la Santa Sede.
En Heráldica este emblema de las barras se conoce hoy en día como “Aragón”.

Se presenta como un árbol encima de cuya verde copa aparece como remate una cruz latina, o lo que lo mismo cuyo palo vertical es más largo que el travesaño horizontal, de color rojo (gules), todo ello destacando sobre color amarillo (oro). Detengámonos un momento en el análisis del árbol. Se trata de una encina y vemos como ésta muestra sus siete raíces o raigones dando la sensación de un árbol que flota.
La leyenda se ha adueñado de este emblema. Según narra los cristianos altoaragoneses habían marchado desde el famoso monasterio de San Juan de la Peña hasta Aínsa, lugar que consiguieron arrebatar a los musulmanes. Más tarde las fuerzas islámicas atacaron y cuando la victoria en esta ocasión estaba a punto de quedar de lado mahometano apareció una cruz roja sobre una encina verde. Tras esta aparición la suerte cambió y el triunfo fue para los cristianos.
La cruz sobre el árbol se convirtió en el símbolo del mítico reino de Sobrarbe al jugar con las palabras. Así “sobre-árbol” acabó significando “sobre Arbe” y se identificó con el territorio de Aínsa. Estas tierras quedaron definidas como un distrito que quedaba al norte de Arbe, sierra que cierra por su parte meridional la comarca.
En la Edad Media éste emblema nunca se utilizó por los reyes de Aragón que sólo reconocían como propios los tres anteriores motivos que se han analizado. La primera vez que se tiene documentado este árbol con la cruz roja en su parte alta acompañando al resto de los emblemas es en la portada de un libro editado en 1499 titulado Coronica de Aragón, obra por cierto que es la primera historia de Aragón que vio la luz en una imprenta. Lo hizo el monje Gauberto Fabricio de Vagad, y en su interior mencionó que sus elementos fueron “las primeras armas de los reyes de Sobrarbe” mientras unas pocas décadas después Zurita lo considera una simple y nueva invención.
Investigadores como Guillermo Fatás y Guillermo Redondo explican que hay que relacionar la aparición de este emblema con el momento histórico que se vivía a fines del siglo XV, cuando el rey Fernando el Católico (1479 - 1516) intentaba imponer en Aragón un tipo de monarquía autoritaria y un modelo nuevo de Estado que chocaba con el espíritu de la legislación aragonesa, contra la esencia misma de los fueros y libertades que aquí se tenían. De manera muy resumida se expresó en la conocida frase que en Sobrarbe “antes fueron leyes que reyes”, palabras que querían significar que los aragoneses y sus libertades estaban por encima de la institución monárquica. Se decía que las gentes de aquel fantástico Sobrarbe, antes de convertirse en reino, habían redactado unas leyes o fueros para gobernarse con ellos, después eligieron a uno como rey y, finalmente, le obligaron a jurar aquellos fueros que limitaban el poder político de los soberanos.

El emblema del Árbol de Sobrarbe, o simplemente Sobrarbe como se le menciona modernamente, fue el último en incorporarse, pero se asumió con rapidez y a partir de entonces su aparición se hizo cada vez más habitual, sobre todo desde fines del siglo XVI cuando peligraban las libertades aragonesas frente al rey Felipe II (1556 - 1598). El reino de Aragón vivía en aquellos momentos graves tensiones y enfrentamientos contra el monarca que acabó ordenando la invasión militar del territorio, la ejecución del Justicia del reino en 1591 y el recorte de los fueros en el transcurso de las Cortes de Tarazona celebradas un año después.

El escudo de Aragón es a la vez antiguo y contemporáneo. Esta frase puede parecer de momento contradictoria pero no lo es si seguimos su trayectoria. Sus cuatro cuarteles, tal y como hemos podido comprobar, tienen arraigo histórico y por eso pueden considerarse antiguos pero hasta 1921 no se fijó por la Real Academia de la Historia el orden con el que hoy conocemos los motivos en el Escudo de Aragón tras el detallado informe que el historiador Eduardo Ibarra, a instancias de la Diputación Provincial de Zaragoza, presentó con varias propuestas para que dicha institución emitiera su dictamen. La razón para ello se fundó en que, aunque a partir del siglo XVI fue ya habitual encontrar en la representación del escudo los cuatro cuarteles que acabamos de describir, no todos ellos tenían la misma disposición que en la actualidad.
Finalmente se acordó el orden del escudo que quedó tal y como hoy en día podemos ver. Siempre teniendo como punto de vista para estas referencias a quien lo contempla, el escudo está configurado de la siguiente manera:

Cuartel superior izquierdo: Árbol de Sobrarbe
Cuartel superior derecho: Cruz de Íñigo Arista
Cuartel inferior izquierdo: Cruz de Alcoraz con cabezas de moro
Cuartel inferior derecho: Barras


En tiempos mucho más recientes, en concreto en el año 1978, y antes de que estuviera promulgado el primer Estatuto de Autonomía (1982), el Escudo de Aragón fue definido por una norma legal de las Cortes de la Comunidad Autónoma que se publicó en el Boletín Oficial de Aragón del día 7 de junio de 1978. Más tarde el primer Estatuto recogió de manera muy ambigua el tema del Escudo de Aragón por lo que una norma posterior, en concreto la Ley 2/1984, de 16 de abril, reguló definitivamente el uso de la bandera y del escudo de Aragón que seguidamente fue publicada en los Boletines Oficiales de Aragón (18 de abril) y del Estado (11 de mayo).
El Escudo es uno de los símbolos fundamentales de la Comunidad Autónoma de Aragón.
Con el Escudo de Aragón como fuente de inspiración, las Cortes de Aragón encargaron el diseño de una medalla en la que se reproducen los cuatro cuarteles y la corona real que penden de un cordón trenzado cuyos colores son el oro y los gules.


Bibliografía Básica:
Un estudio exhaustivo, de imprescindible consulta para el tema, es el de FATÁS, G. y REDONDO, G., Blasón de Aragón, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1995.

Otras obras recomendadas:
EQUIPO DE REDACCIÓN CAI 100, El escudo de Aragón, Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1999, nº 19.
FATÁS, G. y REDONDO, G., La bandera de Aragón, Zaragoza, Guara, 1978
FATÁS, G. y REDONDO, G. «Palos de Aragón», voz de la Gran Enciclopedia Aragonesa, vol. IX, Zaragoza, 1981.
IBARRA, E., Cuál de los tres escudos sea el que más exactamente corresponde a Aragón, Madrid, 1921 (reimpresión Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1994)
MONTANER, A., El señal del rey de Aragón: historia y significado, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1995.

 
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