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Reseña: |
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Parece que un terriotorio actúa sobre nosotros con más fuerza y de forma mucho más duradera, si habiendo establecido contacto con él o, incluso, habiéndolo habitado, no se ha tenido acceso a su cotidaneidad más íntima. Algo de verdad hay de ello, pues nadie duda de que la rutina del día a día tiende a igualar todo, a desdibujar contornos y a difuminar la esencia que define. En consecuencia, si eso es así, nadie debe dudar de que esa rutina arrastra hacia una ceguera que oscurece el puntillismo de los detalles o que quita brillo a aquello que puede devenir en esencial. |
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